En este apartado del blog publicaré recetas que por sus ingredientes no encajan del todo en micogastronomía u otras secciones del blog, pero que por ello no quiero dejar pasar y dar a conocer.
- Mano de Buda, otra novedad culinaria
Este cítrico de forma extraña, como una mano,
variedad de cidra, nos recuerda al limón en el aspecto de su piel, pero su
sabor es muy diferente y, además, carece de pulpa.
Aunque la Mano de Buda es conocida desde hace mucho
tiempo, su incorporación como materia prima de la cocina es muy reciente. El
uso tradicional en oriente está más relacionado con la religión y la medicina.
Nada tiene que ver con las setas, pero es que
la primera vez que tuve ocasión de ver una al natural fue en la sociedad
micológica de Madrid, donde Aurelio Olivar Ortega, nos trajo un ejemplar que
causó sensación, hasta tal punto que trajo algunos más para nuestra exposición
anual de setas, como curiosidad y adorno, atrayendo la atención de muchos visitantes.
Aurelio me adjudicó los ejemplares con la
condición de que “experimentase” sus posibilidades culinarias, y así ha sido.
Nada más manipularlo comentamos su potencia de aromas, más complejos que los de
la cáscara del limón, y nos quedamos sorprendidos al probar un trozo y sentir
un agradable sabor muy lejano del amargo y el ácido de limones o pomelos que
era para lo que los sentidos nos habían preparado.
En crudo, es terso y crujiente y,
especialmente la parte blanca, resulta muy agradable en una porción muy
pequeña, cortada en láminas casi transparentes. Lo que ofrece posibilidades que
comentaré en próximas recetas. Incluido un excelente gin-tonic.
Lo más obvio es su preparación como dulce, y
el resultado es de los que merece la pena. Simplemente elaborando un almíbar,
adquiere un toque muy agradable, especiado, y mantiene una textura firme. La
parte interior, blanca, se torna traslúcida suponiendo así un elemento de
adorno con muchas posibilidades combinada con bizcocho o helado.
Conforme vaya experimentando lo iré
comentando, por ahora pongo un par de fotos y os animo a probar la mano de buda
en los postres. Es muy sencillo: elaboramos un almíbar con azúcar y agua y al
llegar a un punto en que empieza a espesar pero transparente aún, incorporamos
la mano de buda cortada en lonchas finas y dejando alguno de los “dedos”
enteros y dejamos hervir suave durante 10 minutos. Una experiencia exótica.
Yo he tenido la suerte de probarla y os animo a que si tenéis ocasión de conseguir una mano de Buda, la hagáis porque comprobaréis que tiene un sabor muy agradable y diferente a cualquier otro dulce que hayáis probado
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